“Mi confrontación con la docencia”
El presente trabajo es producto de las reflexiones realizadas durante el desarrollo del primer módulo de la Especialidad en Competencias Docentes, sobre mi experiencia en la docencia.
Me gradué como Licenciada en Derecho, entré a trabajar al Poder Judicial del Estado de Michoacán, a una Sala Civil; empleo éste, que desempeñaba con gusto y dedicación, porque era realizarme como profesionista en mi campo idóneo de trabajo. Al poco tiempo de haber ingresado a éste trabajo, me brindaron la oportunidad de cubrir un interinato por un semestre en el bachillerato nicolaita; momento éste, que no dudé en desaprovechar, ya que representaba aterrizar la profesión desde otro enfoque, la docencia; dando inicio con ello a ésta hermosa labor.
Cabe mencionar, que mi primer experiencia ante grupo fue un verdadero reto para mí, merced a que me tocó atender a una sección de Sexto Semestre (los chicos más grandes de la preparatoria), me sentía totalmente observada, nerviosa y temerosa; creía que cualquier error que pudiera sobrevenir sería motivo de burla de ellos y obviamente, de una llamada de atención de la persona a quien yo cubría, puesto que él era el titular y yo sólo su suplente. Toda ésta patología que sentía en aquel momento, no era otra cosa que “mi malestar docente”, como lo llama el maestro M. Esteve, en su ponencia “La aventura de ser maestro”[1].
Cuando acepté dicho compromiso, pensé que era una tarea fácil, pues tenía el conocimiento de la cátedra a impartir, pero me di cuenta enseguida, que para poder “compartir ese conocimiento”, hay que saber también “cómo hacerlo”, auxiliándose de herramientas, recursos y estrategias didácticas. Pero ¿qué tanto sabía yo de ello? Nada, pues reconozco que mi único referente para desempeñar enorme papel, era el recuerdo que de ello tenía de mis maestros tanto del bachillerato como de la facultad; y lo peor o quizá mejor del caso, era que ya estaba allí, y no podía retroceder; así que, ¿cómo podía remediarlo? Decidí entonces, echarle ganas y librar dicho compromiso con dignidad, no sólo por mí sino también por los estudiantes que estaban bajo mi encargo y que ninguna culpa tenían de mi novatez.
Es a partir de allí, que nace mi inquietud, mi interés y mi compromiso por la docencia, consciente de que para permanecer en ella y llevarla a cabo, necesitaba capacitarme continuamente. Bajo ésta reflexión, en la primera oportunidad económica que tuve, decido cursar la Maestría en Pedagogía, cuyos aportes, contribuyeron a cambiar mi percepción que hasta hace un par de años tenía de la docencia; ya no era yo sólo la que sabía y proponía, ahora era colocarme al nivel del estudiante y sensibilizarme en su proceso; darle la oportunidad de que de manera conjunta realizáramos los ajustes pertinentes a las actividades de aprendizaje, adaptándolas a las necesidades de cada grupo, debido a que cada sección presenta su grado de dificultad para la enseñanza- aprendizaje; es decir, comencé a transformar mi práctica docente, tratando de mejorar mi técnica comunicativa e interactuar más con los alumnos, tal y como lo propone M. Esteve en el ya citado documento.
Pienso y siento, que el docente no es el que sabe y tiene la razón en todo, sino el que sabe darse cuenta y reconoce que está en el aula para retroalimentarse de sus estudiantes, porque no sólo va a enseñar sino también va a aprender de ellos, debido a que es un proceso circular. Pero, ¿cómo darse cuenta de esto? ó es que ¿existe algún manual práctico para aprender esto? Afortunadamente no, y lo digo así, porque de existir, les aseguro que su observancia sería nula; porque no es lo mismo leerlo que vivirlo; es por ello, que el maestro M. Esteve afirma textualmente: “…nadie nos enseña a ser profesores y tenemos que aprenderlo nosotros mismos por ensayo y error”[2]. Es decir, sólo mediante y a través de la práctica, de la reflexión y de la corrección, es que se logra ser un verdadero docente que saborea, disfruta y vive con alegría cada instante que pasa en el aula, en el pasillo o en su cubículo.
Vivirme como docente en el nivel medio superior, es una experiencia grata pero compleja; es estar en contacto no sólo con el joven y su campo cognitivo, sino también con la serie de cambios que trae consigo la etapa adolescente; es entenderlo, comprenderlo y orientarlo para que asuma su nuevo rol ante y para la vida. Lograr esto, es precisamente la satisfacción que deja la docencia en este nivel, es verlo egresar de la escuela con una enorme sonrisa y te diga “Gracias, por ser mi maestra, mi amiga y mi cómplice”; éste es el verdadero valor de la docencia, el servir a otro a encontrarse consigo mismo y hacer frente a la realidad que le está esperando; es sentirme como una verdadera Maestra de Humanidad[3]; es ser humilde y ayudar al estudiante cuando lo necesite; es simplemente, ejercer la misericordia pedagógica que como docentes tenemos el deber de dar.
Así como existen momentos muy gratificantes en esta loable labor, también se presentan otros menos agradables que producen insatisfacción e incluso impotencia, los cuales no sólo se centran en las carencias económicas del estudiante, en la desintegración familiar, embarazos prematuros, deserción escolar; sino también en los que derivan del propio recurso humano, como falta de preparación del docente, falta de sensibilidad, corrupción, etc…mismos que se han registrado en el andamio cognitivo de lo que compartimos; y que de alguna forma, tienen un impacto negativo en el proceso enseñanza-aprendizaje.
Finalmente, hago mención que es la primera ocasión en que curso una capacitación docente a distancia, la cual me generó en un inicio un “gran malestar de estudiante”, aplicando de manera análoga la frase de Esteve; en virtud, a que al principio me estresó ingresar a la plataforma y ver todas las actividades que había que realizar, adaptarme al nuevo lenguaje, a los tiempos, a las indicaciones, a las formas, al uso de continuo de la tecnología; pero sobre todo, a compaginar toda esta nueva experiencia a mi labor docente, debido a que soy profesor de tiempo completo frente a grupo, y hay ocasiones que no dispongo del tiempo que quisiera invertir a esta actividad formativa. Sin embargo, ahora reconozco que tales malestares se han ido aminorando, porque todas las actividades que he realizado hasta ahora, me han hecho más competente en el desarrollo de mis habilidades tecnológicas y consciente de que con esfuerzo, apoyo de la tutora y de los compañeros ¡sí se puede!; pues como sostiene el gran maestro José M. Esteve, se aprende por ensayo y error.
Espero que esta humilde aportación, sea de utilidad para reflexionar y valorar nuestra percepción docente, la confrontación con la misma y sobre todo, nuestra historia, gracias.
REFLEXIÓN SOBRE MI EXPERIENCIA EN LA ESPECIALIDAD
EN COMPETENCIAS DOCENTES
Ser estudiante de la Especialidad en Competencias Docentes, me ha permitido analizar mi práctica docente; observar y detectar en ella, situaciones que antes no había identificado; hacer un replanteamiento de la forma de impartir y evaluar una materia a partir de la RIEMS; pero sobre todo, cada día ir mejorando mis competencias docentes; porque sólo así, podré contribuir con el objetivo de dicha reforma que es, promover mejores aprendizajes en los estudiantes de educación media superior, mediante la mediación pedagógica, para que movilicen distintos conocimientos, habilidades, destrezas, actitudes y valores, al momento de resolver situaciones o problemas en cualquier contexto social en que se encuentren; es decir, que sean competentes para la vida y en su vida.
Considero también, que ha sido una grata experiencia mi formación en la especialidad; porque me ha permitido no sólo ir transformando mi práctica, sino también, conocer, convivir y compartir con compañeros de distintos lugares y subsistemas educativos, lo cual ha ido enriqueciendo cada trabajo realizado tanto con sus trabajos como con sus valiosas aportaciones que nos sirven para retroalimentar este proceso de aprendizaje.
Finalmente, agradezco el apoyo, guía y acompañamiento en este arduo proceso de la Tutora Lety, que siempre está dispuesta a contribuir para resolver nuestras dudas, inquietudes y necesidades; por ello, mil gracias.
[1] ESTEVE, M. José. La aventura de ser maestro. Ponencia presentada en las XXXI Jornadas de Centros Educativos, Universidad de Navarra. 4 de Febrero de 2003. (Retomada del Libro: “El malestar docente”).
[2] Ibidem. p.1
[3] Término acuñado por el maestro José M. Esteve, en su ponencia “La aventura de ser maestro”.